La seducción de las falsas promesas...
¿Por qué aceptamos la propuesta del vendedor de humo, del estafador, del demagogo o del embaucador?
A medida que nuestro mundo moderno se vuelve más informado y más racional, vemos un aumento (no la disminución esperada) de engaños, estafas y caos. Hay bufones y charlatanes en cada esquina, y nuestro buzón de correo electrónico está lleno de esquemas y manipulaciones. Ninguno de ellos tendría éxito si no los apoyáramos.
¿Cuál es el atractivo de estos atajos?
La cultura humana es alimentada y rehecha por los insurgentes. El arte, la innovación y la tecnología exitosos hacen promesas que al principio son difíciles de distinguir de estafas egoístas como el movimiento perpetuo y los esquemas piramidales. El emperador está desnudo, pero ¿no sería bonito creer que tenía su ropa puesta?
Las fuerzas contradictorias de la complacencia, la codicia y la desesperación son algunas de las condiciones que pueden llevarnos a ser engañados.
La complacencia es prima del aburrimiento. Cuando las cosas se sienten seguras, nuestro hastío puede provocarnos ganas de aventura.
La codicia es el motor del capitalismo y un componente del estatus, y tiende a escalar: las personas con más quieren aún más, y lo quieren de inmediato y sin mucho esfuerzo.
Y la desesperación es una falta de esperanza, un sentimiento de que los caminos existentes no pueden ofrecer lo que necesitamos.
La buena noticia es que no caemos en todas las estafas y hemos mejorado en nuestra capacidad de resistencia ante las promesas incumplidas. Es la cultura la que nos empuja a encontrar un atajo, pero también es la cultura la que puede salvarnos del siguiente intento de tomar un atajo.
Estar rodeados de una comunidad que ve y dice la verdad, que establece un estándar para cumplir las promesas y que aplaude el pensamiento generativo a largo plazo es una forma resiliente de avanzar. La conexión nos ayuda a encontrar tracción y avanzar hacia algo mejor.
Podemos elegir qué narrativa comunitaria queremos absorber. Y podemos elegir si queremos compartir esas ideas con aquellos a quienes lideramos y con quienes nos conectamos. Elegimos un vecindario para vivir y podemos elegir una cultura de la cual ser parte.
Sin quejas, sin atajos, sin prisas. El largo plazo importa. Honra las reglas que protegen a las personas que no están en tu lugar, porque algún día podrías serlo.
Si ese es el círculo del que te gustaría formar parte, únete a uno, comienza uno, habla sobre ello y no te detengas.
La corrosión es inevitable, pero también lo es la posibilidad.
Artículo original: The seduction of false promises.